EL VALOR DE LAS MONEDAS ES SUBJETIVO

[Santalla]

Como coleccionistas de monedas, alguna vez u otra nos hemos cuestionado qué factores dan
valor a nuestras monedas, dado que en el caso de venderlas en un futuro, queremos, al
menos, venderlas al mismo precio al cual las compramos. Asimismo, si estamos interesados en
comprar alguna moneda, no deseamos pagar un precio exagerado y pretendemos saber en
cierto modo cuál sería un precio razonable (aunque esto ya lo veremos). Respecto a eso, lo
más lógico sería pensar en la antigüedad, el estado de conservación y el metal con el cual
están hechas, así como la escasez u otros factores. No obstante, hay un factor categórico que
determina el valor no solo de las monedas, sino de todo: la subjetividad.
La Teoría del valor subjetivo fue desarrollada independientemente y simultáneamente por
Walras, Jevons y Menger. La teoría surgió como contraposición a la teoría objetiva del valor,
que establecía que el valor de los bienes estaba determinado por un valor intrínseco que estos
poseían o por el valor de horas de trabajo que se habían destinado a producir dichos bienes. La
teoría del valor subjetivo declara que el valor de los objetos está determinado por el juicio
subjetivo de cada individuo y los fines que uno puede satisfacer con los mismos; primeramente
se empieza con los fines de primera necesidad y, a medida que estos van siendo satisfechos, se
van buscando los más superfluos.
Esto podemos verlo con lo siguiente: si estamos sedientes, nos satisface en gran medida beber
un vaso de agua, pero cuando nos hemos tomado 3 vasos ya hemos satisfecho nuestra sed y
entonces buscamos satisfacer necesidades de ulterior grado y así sucesivamente. Con el
ejemplo del agua podemos ver claramente la ley de utilidad marginal, que establece que
cuando adquirimos unidades adicionales de un bien tendemos a obtener niveles decrecientes
de satisfacción o de utilidad marginal.
Según la teoría del valor subjetivo, en los intercambios, las dos partes salen beneficiadas,
puesto que siempre que hacemos un intercambio valoramos subjetivamente el bien del otro
más que el nuestro, por lo cual accedemos al intercambio. ¿Qué sentido tendría acceder a un
intercambio al cual atribuimos el mismo valor subjetivo al bien deseado que a nuestro bien?
Cuando nosotros compramos en la playa una botella de agua que nos cuesta dos euros, lo
hacemos porque atribuimos más valor a la botella de agua en aquel momento que a los dos
euros. De este modo, el valor de los bienes o servicios no viene determinado por su valor
intrínseco o por sus horas de trabajo, sino por la proyección mental que hacemos nosotros,
somos nosotros los que atribuimos el valor al bien, no el bien a nosotros.
Dejando de lado la teoría, dirijámonos al tema que nos ocupa, al tema en cuestión,
el valor de los billetes o monedas numismáticas. Este viene determinado por el valor que
nosotros le atribuimos; esto es, dichos bienes no poseen un valor per se, sino que con nuestras
expectativas de como el bien nos complacerá le atribuimos un valor; esto lo vemos muy
claramente en las subastas, tanto en Ebay como en cualquier otro lugar. Aunque todos
intentamos buscar un precio de referencia con el cual pujar, ya sea buscando subastas
anteriores o en catálogos, a la hora de la verdad, si el objeto nos interesa mucho o si se trata
de la única pieza que nos falta para completar una colección le atribuimos mayor valor y, por
ende, estamos dispuestos a pujar más que los otros con el fin de adquirir aquel objeto; así
pues, subjetivamente le atribuimos un valor superior respecto a las otras personas.
La antigüedad puede ser un factor relevante cuando de la determinación del valor se trata, ya
que existe una relación de proporcionalidad inversa entre esta y la cantidad de ejemplares

existentes de un bien concreto, así como su buen estado de conservación. No obstante, todos
hemos visto monedas romanas vendidas por 2 euros o, por ejemplo, billetes como el de
Zimbabue de 100 trillones, emitido hace pocos años, cuyo valor actualmente está por encima
de los 100 euros, cuando hace unos años se podía adquirir por 2 euros.
En relación a la baja oferta de la moneda, es cierto que si hay pocas unidades de una moneda
o de un billete y, a su vez, muchas personas que la demandan (en una subasta, por ejemplo),
habrá quienes estén dispuestos a pagar más con el fin de obtener el bien (hay pocas unidades;
por ende, no tendrán otras oportunidades), por lo cual el precio tenderá a subir. En este
sentido, el aumento de la demanda por un bien, a la vez que su baja oferta, propiciará el
aumento de su precio.
En definitiva, con lo ya expuesto podemos establecer lo siguiente: el valor de los objetos
numismáticos (al igual que todas las cosas) está determinado por la valoración subjetiva que
los individuos proyectan con su intelecto.¿Pero qué es lo que proyectan?
Establecen una relación entre el objeto y la satisfacción de sus necesidades, ya sean de primer
o de ulterior menester. De este modo, el valor no es intrínseco al objeto, sino que el sujeto lo
establece según sus preferencias. Aparte de lo anterior, es correcto que en cierto modo la
antigüedad del objeto, su estado de conservación o su baja cantidad de emisión pueden influir
la determinación del valor del bien; no obstante, en última instancia, lo más importante es la
valoración subjetiva del individuo. Por consiguiente, se podría dar el caso en que la mayoría de
coleccionistas prefirieran las monedas modernas, en mal estado de conservación y con alta
emisión, lo que ocasionaría que su valor aumentara (aunque no creo que esto suceda).

[Juanazas]

Madre mía....esto hay que leerselo en varios ratos...jajaja.

[shuo yu cao]

totalmente de acuerdo todo valor que le damos es subjetivo y mas en el mundo del coleccionismo

[joyero]

En economia,el valor es siempre y en todo momento subjetivo,tal como dice el doctor Huerta de Soto